Declaración de artista

Solo con el paso del tiempo y cierta distancia he aprendido a reconocer algunas líneas que han ido guiando mi trabajo no ya solo como músico, sino en otras áreas de la creación.
La búsqueda de lenguajes cada vez más abstractos que permitan la comunicación de conclusiones difíciles de expresar de manera directa, la obsesión por los símbolos y las capas de sentido como un regalo envuelto para quien lo descubra y lo disfrute.
Esa necesidad de apoyarme en los símbolos me lleva a la investigación histórica, antropológica y psicológica antes de enfrentar una obra, que aporta una visión de orden dentro del caos, de música de las esferas, de fórmulas matemáticas que muestran los hilos de la creación.
Nunca he podido ver la distancia entre tradición y modernidad, sobre todo porque contemplo la tradición como un casi infinito archivo de recursos para representar, un repositorio del conocimiento humano que está ahí para jugar con él. De ahí la investigación, las cosmogonías y el folklore.
En cuanto a temas, hay heridas que manan constantemente. Mi propia depresión, la huida y el suicidio, el miedo al final de la especie, la naturaleza y nuestra absurda insignificancia frente a ella, la profundísima soledad que he ido aprendiendo a manejar y el apabullante deseo de acercarme a los demás, jugar junto a ellos, intentar que no sientan nunca esa soledad ni ese miedo.
Colaborar con otros artistas es el motor. Para hablar sobre mi propio ombligo conmigo mismo ya estoy yo. No concibo el acto expresivo si no es para tender una arteria entre tu corazón y el mío.
Todas estas necesidades han ido empujándome, quizá como a todos y todas, a desarrollarme en campos como la escritura pero también en mi propia profesión como terapeuta, mi formación en antropología y, por supuesto, la música.
En esta última, que es la que lleva conmigo desde el inicio, utilizo cualquier recurso. Sintetizadores, samplers, grabaciones de campo, instrumentos acústicos (sobre todo guitarra y acordeón) e incluso elementos generadores de sonido hechos a mano.
La tradición y la experimentación son solo diferencias humanas. Como decía Gustavo Pena “el Príncipe”, un instrumento en realidad es UN INSTRUMENTO, es decir, que cuando vos lo agarrás, el tipo es responsable de su sonido.
